ESPOROGÉNESIS

Origen, gestación y nacimiento

Hay lugares que me cautivan y quedan en estado latente en mi retina hasta que siento que ha llegado el momento de fotografiarlos. Eso fue lo que me sucedió, hará unos cuatro años, cuando encontré este paraje de apariencia aliena en un rincón de Menorca. La luz crepuscular lo bañaba e intensificaba el color rojizo de su tierra y de sus rocas.

Pero, no fue sino hace un año que, un día, al despertar, me embargaron visones transfiguradas, exuberantes emanaciones de polen de colores, espectros nubosos e irisados. Recordé las imágenes de la “transfiguración” de Jesús, así como las representaciones yóguicas del “cuerpo diamantino” o las budistas del llamado “cuerpo arco iris”. La imaginería de estas tradiciones mistéricas lleva milenios revelando que somos seres luminosos, y que el espectro del color que irradiamos es la manifestación de nuestra esencia.

Entonces, supe que había llegado el momento de ensamblar ese lugar árido y rocoso que estaba reservado en mi memoria, y ahora se me antojaba similar a las escenas Tabóricas, con toda la alegría irisada de las imágenes budistas.

Aunque en un inicio, me apoyé en estos referentes y los relacioné con mis visiones internas, acabé desnudándolas de ellos, para hacer una inmersión más original en la primera inspiración de aquel día que desperté con los ojos humeantes de polen y color. Al fin y al cabo, y más allá de toda tradición, son numerosos los testimonios de personas sensitivas que son capaces de percibir las irradiaciones de color que emanan nuestros cuerpos.

En esta visión inspirada, se me mostraba que somos semillas, por ello cada una de estas obras fotográficas se llama Oósfera; óvulo femenino de las plantas que se fusiona con uno de los núcleos generativos del grano de polen para su fecundación.

Somos enteros y esenciales en nuestra plena potencialidad seminal. Es cuando reconocemos nuestro potencial, que germinamos en vida, expandiendo e irradiando nuestra verdadera naturaleza luminosa. El espectro del arco iris es la manifestación irisada de la Luz; somos filtros para la Luz y, al mismo tiempo, la expresión de su belleza. Si, además de enraizarnos y germinar, florecemos; abrimos nuestra percepción, culminamos el propósito vital de nuestra semilla interior, y la multiplicamos, pues así se reproduce la belleza.

Esta nueva imaginería es una celebración. Celebramos que somos seres fotosintéticos, que recibimos Luz, que nos nutrimos de ella, para florecer en sus múltiples matices, colores y fragancias ampliadas, más allá del espectro del color y el aroma perceptible.

En el siguiente video, podréis ver parte del proceso “Detrás de la cámara”: localización de espacios, captura fotográfica, y postproducción. El retoque digital me permite sumar tomas de paisaje y figura, así como tratar estas imágenes fotográficas de manera pictórica, intensificando luces, contrastes y color.

Cuerpo Arco Iris, Icono Budista
Fecundación de una Flor
Transfiguration, Carl H. Bloch, 1834-1890

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