IMAGEN Y EPIFANÍA

Entrevista publicada en el blog: Cultura y algo más

Hoy os hablamos de una artista visual por la que sentimos un gran interés y a la que hemos podido entrevistar. Se trata de Mapi Rivera, nacida en Huesca en 1976, y que se ha destacado por su trabajo con la imagen fotográfica en la que suele retratarse a sí misma en un marco natural, dándole una gran importancia a la luz.
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, Mapi amplía estudios en la Universidad de Saint Martins de Londres, donde obtiene el Diploma de Estudios Avanzados al cursar el doctorado “Arte y pensamiento”. Como artista, Mapi ha expuesto en diversas galerías de ciudades como Barcelona, Madrid, Zaragoza, Ámsterdam o Estrasburgo, entre otras localizaciones.
Su última exposición, de título “Mares sin orillas”, se ha dado en la Sala de Arte la Carbonería, de Huesca, donde permaneció hasta el pasado día 7 de diciembre después de que pasase por la feria multidisciplinar de Madrid “La Estampa”. Se trata de un proyecto realizado durante una estancia de la artista en Marruecos, inspirándose en los textos del místico sufí Ibn Arabi. Entrevista realizada por Ricard Pérez Gabriel

La temática de tu última exposición nos resulta muy llamativa. Nos gustaría que nos contaras algo de tu experiencia en Marruecos. ¿Cómo era tu día a día en la residencia de artistas de la cual formaste parte?

Cuando preparé el equipaje para irme a la residencia de artistas Ifitry decidí llevarme conmigo un libro sobre el místico sufí Ibn Al Arabi. La residencia estaba situada en la costa septentrional de Marruecos y realizaba sesiones fotográficas durante el amanecer y durante el atardecer, porque era la luz intersticial la que me interesaba, una luz que se encuentra entre el día y la noche. Había otros artistas que trabajaban en sus talleres, pero para mí el taller era el espacio abierto de la playa. Cuando iba a desayunar ya había hecho mi primera sesión, era una sensación reconfortante. Cuando el resto trabajaba yo paseaba, revisaba las imágenes de sesiones anteriores o me recogía en la lectura de los textos de Ibn Al Arabi. Parecía que no hiciera nada, pero siempre estaba como en un estado de atención interna, preparándome para la siguiente sesión. Cuando todos paraban de trabajar porqué casi no había luz en los estudios, yo me ponía de nuevo en acción. Cuando el sol se ocultaba yo también paraba de hacer fotos. Después, al irme a descansar tenía la sensación de tener las retinas saturadas de luz.

Residencia de Artistas Ifitry, Essaouira, Marruecos

En las fotografías de la exposición tenemos la impresión de que consigues llegar a una especie de estado de revelación o epifanía. ¿Qué te inspiró de los textos de Ibn Al Arabi?

Siguiendo el ritmo de trabajo del que te hablaba antes, en seguida comenzaron a darse una serie de sincronicidades entre la lectura de los textos de Ibn Arabi y todas las experiencias que estaba viviendo en Ifitry. El sentido definitivo del proyecto surgió de esta conjunción entre la vivencia y la lectura. Hubo algún momento en que se me puso la carne de gallina, parecía realmente que Ibn Arabi me estuviera viendo y me hablara desde la eternidad. La frase que da título al proyecto, “Mares sin orillas”, proviene de un poema suyo que dice que “las iluminaciones de los místicos son como mares sin orillas, océanos de luz sin límites”. La orilla era para este místico un lugar fronterizo, igual que la luz de la aurora o la del crepúsculo, que está entre dos mundos, el de la tierra de lo familiar y el del océano de lo desconocido. Quien se sumerge en este océano no puede perder de vista la orilla si quiere regresar para explicar su experiencia. En la orilla realicé todas mis fotografías, con el tiempo fui conociendo los ritmos de las mareas, sabía dónde tenía que colocar la cámara si no quería que una ola la tirara a mitad de la sesión. La espuma, muy simbólica también en la poesía de Ibn Arabi, quedaba como un recuerdo suave de las olas.
En el proyecto “Mares sin orillas” los colores son la manifestación de la luz invisible. Otra de las sincronicidades que se dio en Ifitry fue que no me había llevado velos suficientes para cubrir el espectro visible de la luz y en uno de los talleres había rollos de velos de colores.  Si piensas que la residencia se encontraba en medio de la nada, totalmente aislada, es una curiosa coincidencia.

Fotos de Making of del proyecto “Mares sin orillas”, 2013

La luz, de hecho, es algo que siempre está muy presente en tu obra. ¿Qué simbología le das a ésta?

La luz a la que hago referencia es una luz interior, es la luz de la que hablan los místicos en sus relatos visionarios. Según sus descripciones, se trata de una luz más luminosa que cualquier luz natural, es una luz palpitante y viva. Este tipo de visión luminosa no está limitada al territorio de la espiritualidad porque existen muchos testimonios de personas que la han visionado en circunstancias de crisis profundas o de experiencias cercanas a la muerte. A mí me interesa esta luz extraordinaria y en mis últimas series la intento revelar por medio de halos, refulgencias cordiales, rayos, nubes luminosas… Los medios digitales me permiten indagar esta realidad aparentemente oculta, que sólo se hace visible en estados no ordinarios de consciencia.

A tenor de lo que vemos en tus imágenes la naturaleza tiene gran importancia en tu vida. ¿Cómo llevas esto de vivir en una sociedad hipertecnificada?

Durante mi infancia viví en un pueblo de Huesca, pasaba horas infinitas jugando al aire libre y este vínculo con la naturaleza está muy arraigado en mí. En Barcelona tenemos la suerte de tener mar y horizonte abierto, pero para mí Barcelona es ante todo el acceso a la cultura, a los libros, que puedo consultar en bibliotecas o comprar en las librerías. Aquí dispongo de un espacio de recogimiento donde realizo la ideación de los proyectos, casi todos se nutren de estas lecturas poéticas y místicas. Cuando busco localizar espacios para las sesiones fotográficas suelo localizar entornos naturales en los que no se perciba la huella de lo humano. En realidad, me interesa que sean lugares “imaginales”, como diría Henry Corbin, lugares que no son del todo reales, un poco oníricos y paradisiacos. Porque las imágenes que creo, a pesar de estar tomadas en entornos exteriores, surgen del interior.

“Sin orillas X” (detalle), 2013

Casi siempre te autorretratas. ¿Cuál es el motivo de ello?

En ocasiones he colaborado con alguna otra modelo, en proyectos con un soporte económico, como fue el caso de “Nua” 2004, “Anuntius” 2006, o “La semilla de la imagen” 2009, que me permitían remunerar a las modelos y contar con un equipo de colaboradores. Es enriquecedor trabajar con gente y, generalmente, que cada uno pueda especializarse en su trabajo, hace que las cosas sean más sencillas, un poco como se hace cuando se rueda una película de cine.
Últimamente, en parte debido a la situación crítica del momento, y gracias a los medios digitales, he podido continuar desarrollando proyectos en solitario, posando y disparando la cámara al mismo tiempo. Esto me da mucha libertad, puedo llegar a un lugar nuevo, después de caminar ascendiendo una montaña durante horas, y si la luz es la adecuada, simplemente ponerme a hacer una sesión de fotos. Cuando voy sola y exploro nuevas localizaciones, me muevo por la intuición. Cuando trabajas con un equipo no puedes permitirte dejar muchas cosas al azar, hay que tenerlo todo más controlado.

¿Cómo sobrevive una artista cómo tú en un país tan complicado para el arte como es tradicionalmente el nuestro, más aún en un contexto de crisis como el actual?

El arte es mi vocación. Llevo dedicándome a la creación más de quince años. He tenido la suerte de disfrutar de becas y ayudas que me han permitido desarrollar proyectos complejos, ahora la situación es más crítica, económicamente más árida, pero he conseguido compensar esta circunstancia con mucha imaginación y trabajo. Al ocuparme de todo el proceso creativo, desde la ideación del proyecto hasta la postproducción, el proceso se alarga. Al mismo tiempo, es muy gratificante sentir que has encontrado los medios de materializar esa fuerza creadora que no se puede contener, porque no entiende de crisis.

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