LA VULNERABILIDAD DEL CAMBIO

En el tránsito de un año a otro, solemos cuestionar nuestra vida presente y formulamos propósitos de cambio. En la Comunicación Inspirada que comparto con vosotros se nos dice que es, justamente el impase entre lo que dejamos atrás y el abrazo de lo nuevo, aquello que más tememos.

No somos lo que fuimos, pero tampoco lo que seremos, estamos en un estadio de pura vulnerabilidad, en un tiempo de transformación en el que podemos aprender mucho de nosotros mismos si nos deslizamos en la confianza interior que nos sostiene imperturbable, sea cual sea nuestra circunstancia vital.

Y, aunque parezca paradójico, en la total desnudez, en la falta de asidero y de raíz, podemos tener vislumbres de nuestra verdadera y vulnerable fortaleza.

Dicen: “Mucho se os ha hablado de crear vuestra realidad con vuestra intención, pero hay un paso fundamental, que tenéis que contemplar para realizar aquello que creéis, para crear aquello que creéis. Muchas veces estáis abocados al cambio, queréis realizar un cambio profundo en vuestra vida, estáis justo en el extremo de un trampolín, pero hay algo que os retiene, hay algo que os impide lanzaros hacia las aguas de lo nuevo, de lo Desconocido.

Y os decimos, si queréis incorporar un nuevo destino, tenéis que deshaceros de vuestro destino antiguo. Es igual que cuando os hablan de abrazar un patrón de abundancia, un patrón de generosidad, primero tenéis que dejar atrás el patrón de la carencia. No dais paso a lo nuevo si no os desvestís de lo viejo, no podéis poneros un traje de fiesta encima de un traje de faena. Tenéis que desvestíos de lo que ya no os sirve, para vestiros e incorporar lo nuevo. Si queréis abrazar un traje alegre y festivo, desprendeos primero de aquel traje pordiosero, y así lo luciréis, y así lo encarnareis, y así lo incorporaréis.

Por tanto, os decimos, si realmente queréis realizar un cambio en vuestras vidas, revisad aquello que no está cambiando, pues es precisamente eso lo que impide vuestro cambio. Tenéis que desprenderos de lo que os aprieta, para poder sentir la dilatación de lo nuevo. Y, aunque, hay algo que entendemos que os causa pavor, que es ese instante de transición, cuando te quitas una piel antigua, un vestido añejo, antes de vestirte de nuevo, hay un tiempo en que estás desnudo. Esa vulnerabilidad es la que más miedo os da, en realidad.

Es igual que cuando estáis justo en el extremo del trampolín, a punto de saltar hacia la novedad, hay un tránsito que tenéis que experimentar, una caída, un lanzamiento, unos instantes en los que estáis entre lo viejo y lo nuevo, en los que no tenéis raíces, en los que sois puramente vulnerables, en los que estáis totalmente a merced de lo Desconocido, pues hasta que no sentís lo nuevo en vuestra piel no lo podéis conocer, hasta que no sentís el agua en vuestro cuerpo no lo podéis surfear, nadar, no lo podéis abrazar.

Y, ese instante de abismo, de tránsito, ese instante de cambio que tanto miedo os da, os decimos, es una gran oportunidad para practicar vuestra confianza, vuestro valor, vuestro sentido de autenticidad. Pues, vinisteis desnudos al mundo, y también os vais desnudos del mundo, por tanto, los momentos de cambio, los momentos en los que la mariposa se atreve a rasgar su cutícula, justo antes de desplegar sus alas, cuando no sois ni lo que fuisteis ni lo que seréis, entonces, en verdad, estáis muy cerca de vuestro verdadero ser. Pues vuestro verdadero ser nunca cambia, en realidad, vuestra esencia siempre está desnuda, vuestra semilla original siempre está volando hacia lo Desconocido, es más, siempre está en el medio de lo Desconocido, es la médula del Misterio.

Por tanto, vivid los cambios como una oportunidad de conoceros más, de estar en contacto con vuestra esencialidad, de reconocer unos recursos que nunca se agotan, de abrir unos dones que os dan la capacidad de brillar, de iluminar, de sustentaros, a pesar de vuestro entorno, ante cualquier contratiempo o adversidad.

Estáis en un momento de transición, estáis desnudos, pero, en esa vulnerabilidad, no os queda más remedio que abrazar la esencia que sois. Por ello, vuestro Origen os abraza más fuertemente que nunca, pues, en verdad, no tenéis nada más, y entonces, en esa desnudez, en esa profunda humildad, descubrís que lo tenéis todo y que no hay nada que temer. Por eso hay tantas personas que, habiéndolo perdido todo, resurgen fortalecidas, porque se dan cuenta que en la médula de vuestra esencialidad tenéis todo lo que podéis necesitar. Y, una vez tocáis esa médula, vosotros os referís a ello como “tocar fondo”, os dais cuenta de que este mundo es un mundo de experiencia y posibilidad.

Pero muchos de vosotros estáis acorazados por el temor, por el miedo, por la comparación, por el sentido de carencia, y anheláis la abundancia, anheláis la generosidad, pero si no abrís ese cascarón perceptivo, estáis retenidos en vuestro antiguo patrón de percepción, y es por eso que no podéis dar cabida al cambio, no podéis dar cabida a la abundancia, no podéis dar cabida a la generosidad. Esos patrones de miedo que son como cutículas de prevención están muy bien acorazadas a vuestro alrededor, son las cáscaras de las semillas que se sembraron en vuestra infancia cuando necesitabais crecer, cuando el núcleo familiar se sentía tambalear.

Pero, os decimos, ahora que habéis crecido, ahora que estáis en plena transformación, ahora que sois como un gusano convirtiéndose en una mariposa que anhela desplegar sus alas y volar, es necesario que saltéis del trampolín, es necesario que rasguéis esa fina cutícula que os separa de la generosidad, de la abundancia, ese cambio perceptivo que os permitirá abrir vuestras alas. Es necesario, por tanto, que, en el tránsito, os sintáis desnudos, vulnerables, y, aun así, infinitos y magnificentes. Pues, cuando no tenéis nada, lo tenéis todo, cuando reconocéis vuestra fuerza interior, el miedo resbala por vuestra piel, no necesitáis abrigos cuando detectáis que en vuestro interior hay un calor, hay una calidez, hay una Luz que jamás se apaga.

Así, os decimos, saltad ese trampolín con elegancia, y cuando el miedo se desvanezca, incluso podréis dar volteretas en el aire, podréis vivir ese tránsito con alegría, sabiendo que os estáis abriendo camino a una nueva vida. Y cuando, abracéis el agua receptiva y lleguéis a la orilla de vuestro hogar, sentid que, si lo consentís, podéis seguir abiertos a la inmensidad, podéis encontrar refugio en la creatividad, en la alegría, en la generosidad, y así, seguir viviendo desnudos, con las alas desplegadas, con un techo que es como el cielo de inmenso.

Para abrazar lo nuevo es muy importante desprenderse de lo viejo, y si algo no está sucediendo, preguntaros qué os está reteniendo. Pues, no os podréis vestir con el traje de la celebración mientras llevéis el traje de la formalidad. Y, entre medias, acostumbraos a vivir desnudos, pues esta es una gran ocasión para la autoafirmación, para el autoconocimiento, y para la familiarización con esa fuerza de transcendencia que está en el núcleo de todo ser.”