ESTE CUERPO QUE NOS GUARDA ES UN CONTENEDOR DE UNA ESENCIA ESPIRITUAL 

Entrevista por Concha Mayordomo para la revista Blanco, Negro y Magenta.

Llama mucho la atención la complejidad técnica de sus obras ¿es en realidad tan difícil como parece?

Las últimas series que he realizado “Amniosis, 2016”, “Sinapsis, 2015, 2014, 2013” y “Heliosis, 2011”, conllevan un largo proceso de elaboración. Desde la localización de espacios, pasando por las sesiones fotográficas y acabando por la postproducción digital, se trata de un proceso intencionado y a la vez intuitivo, hay una dirección pero también gran margen de espontaneidad, me mantengo muy abierta a lo imprevisto, lo desconocido y misterioso. Cuando localizo espacios busco ante todo un ambiente y una luz concreta, y cuando retoco digitalmente las imágenes siento como si estuviera dibujando con luz, es por ello que las imágenes resultantes son muy pictóricas.

¿Se considera una fotógrafa?

Para mí la fotografía es un medio, el que mejor se ajusta a aquello que pretendo expresar. El dibujo y la poesía están en el origen de todos mis proyectos, pero la fotografía me ayuda a coagular y elaborar aquello que he anotado de forma inspirada e inmediata en mis diarios. El retoque digital se ha convertido en una herramienta para poder expresar lo inexpresable, revelar aquellas refulgencias y luminosidades que pertenecen al mundo aparentemente invisible de la experiencia visionaria.

¿Cómo definiría la luz en el marco de su producción?

La luz tiene una gran importancia en mi obra, tanto a nivel físico, fotografiar es literalmente “dibujar con luz”, como a nivel metafísico, ya que es la luz interior la que pretendo mostrar en mis imágenes. Una luz que es presencia, que vibra y transfigura la realidad, una luz que han testimoniado personas místicas y visionarias desde tiempos inmemorables, una luz paradójica y misteriosa en todas sus dimensiones. La luz es invisible y nos permite ver, pero cuando realmente la percibimos, el mundo que nos envuelve parece desdibujarse, convertirse en diminutas partículas luminosas.

¿De donde le vino la idea de la ingravidez en la naturaleza?

La ingravidez es un gesto de alzamiento, una aproximación al cielo, es librarse de las leyes de la gravedad para someterse a las leyes de la levedad, aunque sea imaginalmente. No es extraño soñar que volamos, que nos desplazamos de forma liviana por entornos conocidos o extraños, cuando esto me ocurre, la pregunta que me planteo al despertar es si realmente una parte de mí se ha desdoblado mientras dormía. Cada vez siento con más certeza que este cuerpo que nos guarda es un contenedor de una esencia espiritual.

¿Qué tiene de misticismo su obra?

Las místicas y místicos de todas las épocas y tradiciones son mis referentes. Me nutro más de sus textos y experiencias visionarias que no de la obra de otros artistas. Comencé a leer sus escritos cuando me iniciaba en la creación artística, hace ya casi 20 años, porqué sus vivencias resonaban con la mía y me ayudaban a comprenderla mejor.

 ¿Cree fundamental utilizar el cuerpo femenino desnudo como forma de expresión?

 Las experiencias que cuento en mis imágenes pasan por mi cuerpo inevitablemente, y es que, tal y como decía Teresa de Jesús, ante la experiencia espiritual “el cuerpo no deja de participar un poco, incluso demasiado” o citando a Merleau Ponty, “el cuerpo es el único medio que tenemos para ir hasta el corazón de las cosas”. La desnudez es en mi caso símbolo de pureza, de esencialidad, de regreso a ese lugar original y paradisiaco donde no hay doblez, ni necesidad de ocultación.

¿Cómo consigue que sus tormentas no resulten agresivas?

Las tormentas son esa tiniebla necesaria para ver bien la luz, para distinguirla en toda su magnificencia, en su numinosidad. Hay temblor, estremecimiento, éxtasis, y toda la fuerza que acompaña la experiencia. Pero también hay intento, entrega, amor.

SINAPSIS serie invierno V (detalle), Ibón de Panticosa, 2015
Foto de Making of. Localizando entornos.

Luz, naturaleza, paz, armonía, poder, ¿con que otras palabras definiría su obra?

Visión, interioridad, gozo, expansión, misterio.

 ¿Cree que la labor de las mujeres artistas está suficientemente reconocida en España?

Creo que se ha avanzado en este aspecto, aunque todavía queda por hacer, ya que las estadísticas siguen marcando una descompensación a favor de los hombres artistas. Según las estadísticas de la Asociación MAV –Mujeres en las Artes Visuales- en el 2017, sólo el 25% del total de artistas participantes en ARCO eran mujeres.

¿A quiénes considera como referentes?

Mis referentes, tal como he comentado, son desde un inicio místicas como: Hildegarda de Bingen, Margarita Porete, Hadewich de Amberes, así como el sufí Ibn Arabi, entre otros… Sin embargo, a raíz de mi tesis “El Sentido Numinoso de la Luz. Aproximaciones entre Creación y Experiencia Visionaria”, estas referencias se ampliaron y comenzaron a interesarme relatos de alteración de la conciencia y visión espontánea como los que ocurren en situaciones extremas de gozo, crisis, experiencias cercanas a la muerte, de contemplación de la naturaleza, de enamoramiento…  También me resultó un mundo fascinante el de la “sensitividad”, documentado por la neuro-psiquiatra Shafika Karagulla. Se trata de personas que tienen un don natural para percibir lo extraordinario, ver campos energéticos y sanar. Puedo decir que me inspiran los relatos de todos los tiempos que testimonian una experiencia de percepción dilatada, que transciende la realidad aparente y nos muestran otra faceta hasta ese momento oculta, fascinante y misteriosa.

Comparte lo que piensas