Un rayo de luz incide en un campo reverdecido, fertilizándolo. Poco a poco, aparece una forma rojiza y suave que va erigiéndose, tomando presencia y desplegándose, en una suerte de crecimiento acelerado. Finalmente, contemplamos una figura humana y vegetal, un árbol rojo y vivo latiendo en sintonía con su entorno natural.