COSER Y DESCOSER, 2003

Núria Gual

Co- ser. Coser para ser con otro, suturando, atando a otro devenir el nuestro, un devenir sol o flor o árbol o mariposa o lago, poniendo en duda y modificando las identidades y disolviendo las distancias. Cosiendo con los hilos sutiles del afecto, la aguja proporciona un apéndice a la piel para generar una nueva identidad.

Se trata de un habitar con otro, horizontalmente aboliendo jerarquías. Son esculturas externas semejantes a prótesis que enriquecen, entrando en simbiosis con la piel, aliándose, contagiándola amorosamente. A que fin mantener un yo aislado, poseer una imagen fuerte, definida frente al mundo, sino para delimitar fronteras, para establecer abismos.

Debilitar ese yo, ese es el objetivo. Contaminándole yo de otros “yoes” ajenos, estableciendo así nuestro yo como un lugar de paso, de confluencias, para así proporcionar a la identidad individual una posición más fluida y reticular, convirtiendo el yo a lo más en un locus estratégico.

“Hay todo un sistema social que podríamos llamar sistema pared blanca agujero negro. Siempre estamos prendidos con alfileres en la pared de las significaciones dominantes, hundidos en el agujero negro de nuestro querido Yo. Pared en la que se inscriben todas las determinaciones objetivas que nos fijan, que nos cuadriculan, que nos identifican y que nos obligan a reconocer…” G Deleuze, C. Parnet.

Esta simbiosis se produce gracias a las esculturas-dérmicas de tela. Utilizando la costura, tradicionalmente ligada al mundo privado y personal de lo femenino, como un medio artístico más y hacerle ocupar un lugar público como las salas de un museo o una galería. Este instrumento es ya habitual en muchas artistas contemporáneas, basta recordar a Cosima von Bonin, Tracey Emin, RoseMarie Trockel… o Alicia Framis.

No hay que olvidar la importancia que tienen al respecto todas las reflexiones sobre los roles de la mujer en el arte, efectuadas por el conjunto de las artistas del feminismo

Ellas reclamaron su lugar en la “alta cultura” denunciando lo absurdo de que la artesanía y con ella la costura, se mantuviera como un subgénero solo por haber sido una actividad a la que se relegó la creatividad femenina durante siglos.

Con la reivindicación del trabajo artesanal como el terreno olvidado de las actividades artísticas de las mujeres en el hogar se propone la valorización o reconstrucción de una historia poco divulgada de la productividad femenina.

Este síndrome de Penélope que abrazan las piezas de Mapi, es harto distinto a la Penélope Homérica que espera y existe en función de esa espera. Aquí se desteje no a la espera de Ulises sino para renacer para ser, para metamorfosearse.