BURBUJA, 2002

Mapi Rivera

Siento el silencio de cuando no era. Una ausencia de color, similar a una luz blanca y cegadora. Una única mirada, sin ojos y sin visión.

Siento el momento en que una ráfaga de viento suave me aleja de esa nada, y como el soplo continuo me va dando forma. Atravieso una oscuridad sin arriba y sin abajo, me mantengo flotando gracias al aire que me aleja y me envuelve. Gracias a un cordón-hilo de luz umbilical que se dibuja conforme yo me distancio de esa nada blanca, de ese amor entero, de esa eterna paz, de sentirme una gota de luz, y todo el agua.

Ahora, una gota sola diferenciada por la distancia. Abro mis ojos para ver mi ser recién nacido, mi ser separado. En ese instante mi corazón comienza a sentir una nostalgia profunda. Solo el hilo de luz que lo une a la luz más pura alivia mi ser. Aquí en mi corazón hay un pequeño lago formado por una lágrima de luz. Una gota de silencio; alrededor mi alegría y mi añoranza. Es una burbuja de aire, una lágrima que envuelve al soplo de la vida. Es un ojo que mira, para poderse mirar. Que mira a través del hilo de luz, como si fuera un catalejo blando, y transparente.

El papel en blanco contiene en potencia todas las palabras, todas las imágenes. Me recuerda ese silencio de cuando no era. Mi corazón se emociona, la burbuja comienza a girar, la lágrima se enternece. Y todo mi ser dibuja, escribe, se manifiesta en el papel. Mis formas se desprenden como pieles, como caricias, sobre el papel. Creo imágenes como trajes de terciopelo, tactos que palpan esperando ser tocados por el papel intacto. Una mirada húmeda desde el centro unido de luz, y esa imagen creada, nacida, desprendida; se desviste y se libera.

Siento que cuando dibujo, creo; me desdibujo y me descreo.

Es un nacimiento desde mi ser nacido, y a su vez es un renacimiento a través del cordón de luz que me mantiene viva y se extiende sobre el papel. Dejo que esa luz me inunde, dejo que esa luz escriba, dibuje, cree. Cuándo más unida estoy a la luz, cuanto menos yo soy, y más soy la luz; más ligera y más transparente es la imagen que aparece. Más se parece, más se aproxima la imagen recién nacida, a la fuente de esa imagen; a la imagen silenciosa.

Solo la mirada húmeda, impregnada de luz, ve en cada imagen el instante de luz. El hilo que las recorre y las une, las lleva de vuelta a la luz.

Cada trazo, cada imagen, por ser creada es un trazo de añoranza y una recreación del silencio increado. No se puede hablar del silencio, ni crear lo que no tiene forma, ni pintar lo que no tiene color. Imaginándolo, voy liberando imágenes. Las creo y las echo a volar. Nazco y vuelvo a nacer con cada una. Más ligera, más abierta; es como ir desimaginando una madeja de imágenes. Como irme aproximando, siguiendo el hilo de vuelta a la luz. Naciendo sin cesar, para llegar al nacimiento eterno. Para tocar con trazos cada vez más sutiles el papel intacto. Dónde yo misma sea ese papel virgen. Dónde mis ojos no tengan sentido, porque no hay nada que ver, dónde yo sea una única mirada de luz.