Los dibujos, bocetos, poemas y escritos de estos cuadernos son el semillero de mis proyectos fotográficos y videográficos. En mi mesilla de noche, tengo un cuaderno siempre a mano, por si en los momentos de recogimiento, mientras leo, antes de conciliar el sueño, o al despertar, me sobreviene alguna imagen o idea inspirada.

Estos estados hipnagógicos, entre el sueño y la vigilia, son momentos de relajación perceptiva, que paradójicamente despiertan la visión interior, y provocan sobrecogimiento, la dilatación del corazón, el cuerpo y la mirada. Tengo la necesidad de transcribir las imágenes o las palabras que percibo, porque tienen una intensidad y una viveza que me sobrepasan. Las acompaña la certeza de haber visto, de haber sabido, aunque sea por unos breves instantes, cual es nuestra esencia, nuestra verdadera naturaleza de Luz y Amor.

Con la mano temblorosa, cuando la visión se apacigua, dibujo y transcribo esos instantes de gran belleza, los registro para fijarlos no sólo en el cuaderno sino en mí misma, para evitar que pasen sin dejar huella, para que cuando vuelva a mirarlos pueda evocar la experiencia que los inspiró.