“La obra de arte no ilustra o establece la teoría, la teoría solo puede cubrir-descubrir parcialmente la obra de arte. A veces la obra de arte produce semillas de teoría desde la cual tras su elaboración, el arte se escabulle”. B.Lichtenberg Ettinger.[1]
El trabajo de Mapi emerge como una constelación plagada de estrellas luminosas que tienden sus haces de luz, como trazos imaginarios, para encontrar otra estrella que le permita dibujar su figura. Estos destellos exigen un contacto, un conocimiento directo, intuitivo. Y es que la mirada, la visión, puede convertirse en el canal privilegiado de la intuición espiritual.
Por eso escribo estas líneas, con la conciencia de quien sabe, que como mucho solo pueden operar a modo de sondas planetarias. Colocadas en orbitas cercanas a la constelación, sondas desde donde poder otear, hacer un “mapeo” o emprender el viaje a este universo.
La visión particular de una imagen u objeto nunca es un fenómeno de lectura univoca, cada imagen contiene multitud de imágenes, cada percepción de esa imagen oscila en relación al momento y sujeto que recibe, apela a su memoria, a sus vivencias a sus construcciones culturales, nos ofrece tantos aspectos, que no pueden agotarse en un único acto perceptivo.
Lo percibido resulta ser así una inmensa red de posibilidades, de la que se puede y se debería, entrar y salir con distintas experiencias cada vez.
Eso hace de la visita a una exposición, una aventura vivencial fascinante. Las imágenes cruzan los ojos y se alojan en el intelecto revolviendo el armario de las ideas, sin permitir una lectura simple o única. De este modo modifican en esencia nuestro mundo y el modo de verlo, uno de los cometidos esenciales de la obra de arte.
Coser y descoser
Co- ser. Coser para ser con otro, suturando, atando a otro devenir el nuestro, un devenir sol o flor o árbol o mariposa o lago, poniendo en duda y modificando las identidades y disolviendo las distancias. Cosiendo con los hilos sutiles del afecto, la aguja proporciona un apéndice a la piel para generar una nueva identidad.
Se trata de un habitar con otro, horizontalmente aboliendo jerarquías. Son esculturas externas semejantes a prótesis que enriquecen, entrando en simbiosis con la piel, aliándose, contagiándola amorosamente.
A que fin mantener un yo aislado, poseer una imagen fuerte, definida frente al mundo, sino para delimitar fronteras, para establecer abismos.
Debilitar ese yo, ese es el objetivo. Contaminándole yo de otros “yoes” ajenos, estableciendo así nuestro yo como un lugar de paso, de confluencias, para así proporcionar a la identidad individual una posición más fluida y reticular, convirtiendo el yo a lo más en un locus estratégico.
“Hay todo un sistema social que podríamos llamar sistema pared blanca agujero negro. Siempre estamos prendidos con alfileres en la pared de las significaciones dominantes, hundidos en el agujero negro de nuestro querido Yo. Pared en la que se inscriben todas las determinaciones objetivas que nos fijan, que nos cuadriculan, que nos identifican y que nos obligan a reconocer…” G Deleuze, C. Parnet. [2]
Esta simbiosis se produce gracias a las esculturas-dérmicas de tela.
Utilizando la costura, tradicionalmente ligada al mundo privado y personal de lo femenino, como un medio artístico más y hacerle ocupar un lugar público como las salas de un museo o una galería.
Este instrumento es ya habitual en muchas artistas contemporáneas, basta recordar a Cosima von Bonin, Tracey Emin, RoseMarie Trockel… (figura 3,4,5) o Alicia Framis.
No hay que olvidar la importancia que tienen al respecto todas las reflexiones sobre los roles de la mujer en el arte, efectuadas por el conjunto de las artistas del feminismo
Ellas reclamaron su lugar en la “alta cultura” denunciando lo absurdo de que la artesanía y con ella la costura, se mantuviera como un subgénero solo por haber sido una actividad a la que se relegó la creatividad femenina durante siglos[3].
Con la reivindicación del trabajo artesanal como el terreno olvidado de las actividades artísticas de las mujeres en el hogar se propone la valorización o reconstrucción de una historia poco divulgada de la productividad femenina.
Este síndrome de Penélope que abrazan las piezas de Mapi, es harto distinto a la Penélope Homérica que espera y existe en función de esa espera. Aquí se desteje no a la espera de Ulises sino para renacer para ser, para metamorfosearse.
Y con esa costura los velos….
Velos
Velar-Des-velar … y perder el sueño. Lo que buscamos y anhelamos, lo más preciado, no se halla fácilmente en la superficie sino que suele estar siempre detrás.
Tras los velos, tras las penumbras, tras los obstáculos. El uso de esos velos dota de mayor poder seductor lo que revisten, usando la misma estrategia que el maquillaje. El maquillaje, otro ritual femenino por excelencia que se usa a modo de máscara hieratizante, para así obtener la belleza del canto de las sirenas (provocación y cautiverio), generando una belleza que por distante y alegórica se hace irresistible.
Velos que nos preservan de aquello que por exceso podría causar nuestra destrucción. La verdad – la belleza -……el velo, al igual que hizo el escudo-espejo de bronce de Perseo sirve para evitar la mirada directa hiriente de la Medusa.
Con frecuencia lo mas exquisito, lo que mas apreciamos se halla escondido y exige ciertas pruebas o ritos de paso.
Las fórmulas que sirven para acercarnos al objeto de deseo, generan un cambio en la mirada y con frecuencia demandan una mutación en los cuerpos.
Es un rito de paso, aquel que nos permite acceder a este nuevo estado
Despojarse de los vestidos, de los velos, desnudarse es en si, parte de un ritual de paso tradicional, bien documentado por los antropólogos en muchas sociedades de todo el planeta
Estos ritos de paso se ajustan a una pauta notablemente similar en las culturas más diversas[7]. Los principales acontecimientos para la celebración de los ritos de paso son la reproducción, la llegada a la madurez, el matrimonio o la muerte.
En todos esos rituales las formulas se asemejan, en primer lugar, se aleja al individuo de las rutinas asociadas a su vida anterior, se le descontextualiza y aísla. En segundo lugar, se actúa física y simbólicamente de modo decisivo para extinguir los estatus anteriores. Con frecuencia estas acciones están vinculadas a la idea de extinguir, matar la vieja personalidad. Y para promover «la muerte y la transfiguración» se cambian las ropas y adornos viejos por otros nuevos y se pinta o mutila el cuerpo, en definitiva se le desnuda para imbuirlo de un nuevo estado. [8]
Muda
Despojarse del velo- Mudar-se. Despojarse del velo, despojarse de la piel rompiendo las costuras, abriendo heridas nos evoca el ritual de muda de los ofidios o los arácnidos (una vez mas Penélope), que para poder crecer deben despojarse de su viejo exoesqueleto o de su rígida piel.
El proceso de muda es en sí una lección interesante. Estos animales mudan su piel generando primero, desde adentro hacia fuera, una nueva piel. La piel vieja es parcialmente disuelta, y por debajo de ella nace un líquido – el fluido de la muda – que la empuja hacia arriba y afuera.
Cuando la nueva piel ya está a punto, la vieja se rasga, y se abandona, como si se desprendieran de la ropa. Y como los vestidos, no se quitan rompiéndose por cualquier parte. Existe una “línea de fractura” ya determinada para eso, como una costura ligeramente hilvanada, como una línea de abotonadura, como una cremallera.
La nueva piel, será muy clara, arrugada y aun blanda, debe ser rápidamente estirada, y tanto como sea posible; cuando el proceso acabe y se endurezca , ya no va a poder cambiar de tamaño .
Para estirarse y crecer, los animales recién mudados deben además valerse de otros trucos; por ejemplo, algunos pueden necesitar ingerir grandes cantidades de agua, para poder inflarse. Además, para sacarse de encima su vieja cutícula, necesita adherir uno de los extremos de su cuerpo a algún objeto que le sirva de punto de apoyo firme, para entonces poder tirar. Un objeto fijo cualquiera, que tenga a mano: una pared, un tronco, una ramita, una hoja…
Es el renacer. La metamorfosis es un proceso de cambio en fronteras y umbrales, memoria y olvido, el yo y el no yo, un proceso de desvanecimiento. La piel abandonada es testigo de otro momento de otros “yoes”, es huella de otra realidad que ya desapareció.
Por eso el recorrido entre las obras “Pieles de Paso” o “Descoser” y las series “Burbujas” que entran de lleno en el cuerpo devienen un proceso absolutamente natural.
Se trata de asistir a la documentación de un proceso vital (con lo que conlleva de espiritual) casi un proceso biologico. Un proceso de crecimiento, de cambio donde lo que vemos ya no está, y lo que está son solo las huellas.
Cuerpo
En “Burbujas” oímos como un silencio, el cuerpo se convierte en objeto y sujeto de nuestra mirada y pensamiento. Esta reivindicación directa del cuerpo no podemos más que recordar actitudes como las de Ana Mendieta en sus Animas o sus Árboles de la vida (figura 1-2), o Charlotte Moormann con sus arriesgadas performances [9]…Un cuerpo no como ser, sino como un acontecer que se nos ofrece.
“Burbujas” nos ubica en una posición más íntima que la desnudez, la de asistir a la metamorfosis. El cuerpo deviene un tránsito, un estado nómada con el que disentir de las realidades fijas o preestablecidas.
Hay una larga tradición en el pasado siglo XX de artistas, sobre todo en los setenta, que usaron su cuerpo como tema y como medio en las obras, poniéndolo a prueba en casos como el de Gina Pane con sus cicatrices, alterándolo como Olan con las modificaciones de su cuerpo a través de las intervenciones de cirugía plástica, [10] en cualquier caso, convirtiendo el cuerpo en un instrumento crucial y eficaz de la actividad creativa.
Para las artistas, trabajar con el cuerpo ofreció un medio idóneo para cuestionar los cánones establecidos sobre la belleza y los roles de la mujer. [11]
Y es que la representación del cuerpo en el arte no sería la misma sin la riqueza conceptual de los distintos feminismos. Y en esto, juegan un rol fundamental autoras como Louise Bourgeois, Cindy Sherman o Janine Antoni.
Esta actitud que significa a la par una renuncia a la jerarquía tradicional de las formas artísticas—pintura, dibujo y escultura— y un reto hacia un mercado (el del arte) acostumbrado a comerciar con tangibles…
Los medios más adecuados para mostrar y documentar este devenir del cuerpo han sido obviamente la fotografía, el cine y/o el vídeo, que permiten captar al artista en acción y preservar su imagen. Medios desafiantes también con respecto a la noción de un único original. La fotografía y el video proporcionan imágenes que a modo de documento recogen las acciones. Permiten asistir a la acción pero además dan al artista el margen suficiente de manipulación para establecer el “tempo” deseado, para perfilar con exactitud sus matices o alterar digitalmente aquello que fuere preciso.
Así el trabajo de Mapi Rivera aborda todo tipo de medios lo fotográfico o videográfico, y, sin pertenecer a una única disciplina teje su discurso, cosiendo si es preciso, con textos y, dibujos, levantando un corpus compacto, en cualquiera de los casos ejerciendo un control preciso y perfeccionista de la imagen y del tono final, midiendo cada matiz.
A este largo descenso a la profundidad del yo se asiste casi desde el ruedo.Nos traslada de modo voluntario hacia una desaparición progresiva del yo.
Por el camino, igual advertimos que ese cuerpo no es tan lejano, se asemeja quizás al nuestro y en ese mudar de piel hay algo que nos afecta, un renacimiento común.
Es un cuerpo de claras contaminaciones orientales (figura 8) , con esas frágiles esferas que en el inconsciente colectivo atribuimos a la infancia y sus pompas de jabón, y en la madurez, a la imagen de perfección.
Como mundos perfectos, cristales brillantes flotantes jugando con ese cuerpo atemporal. Inevitablemente nos evoca a las diosas- la diosa dadora de nueva vida e inmortalidad (Deméter, Artemis de Éfeso, Isis, Hathor, Isthar). Y a otras de un erotismo sagrado (Afrodita, o Sakti).
Estas fotos, contienen un hieratismo de fuerte carga simbólica que no podemos disociar de las imágenes vinculadas en nuestro inconsciente visual a lo sagrado.
Este esplendor femenino que se asienta voluntariamente en la fragilidad, consiguiendo la majestuosa presencia de las Madonas o las Inmaculadas de Murillo y Zurbarán, evocadas en este aire ingrávido contagiado de iconografía oriental y algo inocente. Se trata de la reivindicación del sentir como modo de conocimiento universal.
En cierto modo el mundo está construido con metáforas universales que nos persiguen siglo tras siglo, varían su entonación, modificamos sus matices.
Entre ellas la de la esfera. Su simbolismo recorre desde la Antigua Grecia hasta la Edad Media, desde Atenas a Damasco. Parménides defiende que la esfera (sphaira) constituye el principio cósmico fundamental. Esta “circularidad” del ser también se reproduce en las cosmovisiones de Empédocles y de Anaximandro y llega hasta Platón en el Timeo donde el cosmos es concebido como una esfera.
El lenguaje alquímico medieval concibe a Dios como “esfera cuyo centro es ubíquo y cuya circunferencia nunca vemos”. Mientras que en la Antigüedad la esfera era referida a la divinidad, al cosmos y al “alma del mundo”, su simbolismo ha ido ampliando significado, así con los románticos simbolizaba el alma individual y finalmente al “yo ideal”. Todo esto se halla contenido aún en esa imagen que identificamos simplemente como esfera, y no se puede obviar
Cada obra de esta exposición requiere ser contemplada con detenimiento como si se tratara de una estrella , para ver todas sus irisaciones con detalle , estrella que es en sí un punto refulgente lleno de cualidades propias pero el sentido de su luz adquiere su máximo significado en el contexto de la constelación, no hay VELO sin MUDA ni esta sin CUERPO ni cuerpo sin ESFERA, así la esfera se cierra con un centro equidistante de cada estrella, formando esa constelación que es la obra de Mapi Rivera.
Barcelona 4 de marzo de 2004
[1] “Woman-Other-Thing: a Matrixial Touch,” en el catalogo Matrix – Borderlines. (Oxford: MOMA, 1993).
[2] G Deleuze, C.Parnet. . Dialogos. Ed Pre-textos.Valencia 1980
[3] Barry, J. & Flitterman-Lewis, S:”The Politics of Art-Making” Ed. Raven, A.,Langer, C ,Frueh, J
[4] Recordar simplemente que las cuatro caras de la Kaaba están envueltas en seda negra que se renueva anualmente en la época de las peregrinaciones. Este Tapiz Sagrado tiene dos aberturas para mostrar las piedras sagradas, una de las cuales, negra, es objeto de especial veneración
[5] Hay una pequeña estatuilla de Isis del periodo tolemaico (330 al 30 A. C). hecha en diorita de 55 cm que se conserva en el Louvre. Paris. Los velos sutiles sobre el cuerpo son un icono común en las diosas de cultura diversa.
[6] Así se suele representar en los códices miniados como en el “Siyer-i-Nebi” 1003/1594 atribuido a Nakkas Osman. Biblioteca Topkapi Saray. Estambul. Turquía.
[7] En las ceremonias de iniciación masculina de los ndembu del norte de Zambia y en muchos pueblos de África y Oriente Medio
[8] M.Harris Antropología cultural, Alianza Ed., Madrid 1996.
[9] En “ Underwatter Cello” 1972 Acción en que Moormann toca desnuda un violonchelo de hielo sumergida en el rio Hudson.
[10] Gina Pane escaló por un armazón metálico erizado de púas, que se clavaba en pies y manos
[11] Marina Abramovic Art must be Beautiful, Artist must be Beautiful, 1975 en Copenhague se peinó con un cepillo de metal hasta herirse el rostro y el pelo diciendo “el arte debe ser bello, la artista debe ser bella”.